Parece que este año la gente no se ha enterado de la Semana Santa: o son adictos al trabajo y no se mueven de sus mesas, o realmente la crisis ha llegado a su bolsillos y andan pensando en cualquier cosa menos en que se van de vacaciones. Sea como sea, estos tres días previos al Jueves Santo, que otros años suelen ser de casi descanso, han sido realmente entretenidos. De hecho, creo que hasta con más llamadas, mails e incidencias que en las dos semanas anteriores.
Aún así, estoy feliz porque he cerrado un tema que llevaba tiempo coleando. Era la clásica obsesión que les da a muchos clientes porque, de repente, y con urgencia, necesitan un nuevo aparato, dispositivo o gadget en sus vidas profesionales porque lo han visto en una tienda, una revista o, lo peor, a un colega o competidor. Y ello, a pesar de que muchas veces lo usarán un par de semanas y luego volverán a la realidad. Lo vivo constantemente: iPhones, UMPCs, Blackberry, portátiles multimedia, ratones Bluetooth, etc, etc, etc. Y ponerlos en funcionamiento y explicar su uso son de ese tipo de servicios que tienes que darle al cliente de empresa, aunque se escapen de la infraestructura informática de la compañía, podrían considerarse un tema casi personal. La cuestión, es que esta tarea irremediablemente recae sobre tí. Por que si sabes de informática eres experto en casi todo: desde el control de velocidad del nuevo Mercedes de uno, el manos libres de otro, el desbloqueo del router de la casa de un tercero, o liberar con urgencia el iPhone de un cuarto con la 1.1.3 cuando apenas había opciones para liberarlo. ¡Ah! y en castellano, no sea que haya que aprender un par de palabras básicas de inglés, y la cosa no sirva para hacer llamadas. Además, para azuzarte, las palabras suelen ser variopintas, aunque me encanta: “mi vecino tiene uno, ha hecho lo mismo y, tío, no tiene ni puta idea de informática”. Eso demuestra que buscando en Google se encuentra todo, pero él quiere que seas tú quien lo busque.
Pero en fin, volviendo al tema de mi post, hoy hablaré de la última obsesión vivida: un escáner portátil. Tras un viaje al extranjero, un cliente descubrió repentinamente que lo que necesitaba incorporar a su vida era un escáner portátil. Por lo que sin preguntar ni esperar, compró en la misma tienda del aeropuerto el peor escáner que he visto nunca, de una de esas marcas que deberían de haber desaparecido del mercado hace tiempo, pero que deben de sobrevivir de engañar a incautos como este. Aún deben de sonar en su cabeza lo primero que se me escapó al verlo sobre su mesa, y sin querelo: “vaya castaña t’as comprao!!”.
Lo cierto es que como castigo me pasé media tarde instalándole el patético software con su horroroso OCR, e intentando explicarle el funcionamiento de aquel infernal aparatito portátil de bajo coste, con un velocidad de escaneado pavorosa, en el que había que ir metiendo hoja a hoja con cuidado para que no se retorcieran, y resultados que deprimirían al mismisimo Joker (líneas blancas, atascos, desajustes, etc.). Tras unos días más, con múltiples llamadas que rozaron el absurdo, terminó por convencerse de que aquello realmente no valia para nada.
Al final me hizo caso, compramos un ScanSnap 300 de Fujitsu (si queréis un escáner empresarial, por favor, mirad la gama de Fujitsu. Son caros, pero de lo mejor que he encontrado nunca para entornos de empresa a todos los niveles) y ahora es un cliente feliz. Esta mañana le he explicado en funcionamiento en sólo 2 minutos (sólo hay que darle a una tecla….), y él encantado porque incluso puede meter más de una hoja en el alimentador (vamos, lo normal). He tardado sólo unos minutos más en explicarle el OCR de Omnipage, con el que también se ha quedado encantado. Veremos cuánto le dura la necesidad del escáner portátil para llevárselo a todas partes, pero al menos, ahora puede trabajar bien y rápido.
Moraleja: como en cualquier ámbito de la vida de un consumidor, antes de comprar una ganga en cualquier parte, y creerse lo que pone en la caja o el catálogo, es mejor preguntar e investigar un poco. Un usuario de empresa necesita productos de calidad, rápidos y fiables. Mi experiencia me ha demostrado que las gangas para ese segmento suelen salir realmente caras en dinero, recursos, tiempo y mala uva que se le pone a unos y a otros cuando las cosas no funcionan como deberían.